La aparición del ferrocarril
y del barco de vapor estimuló extraordinariamente la demanda de hierro. La
fabricación de vías, locomotoras, vagones y barcos disparó definitivamente la industria
siderúrgica.
Las innovaciones introducidas a lo largo del siglo XVIII se
realizaron en dos campos: la mejora de la combustión en el carbón y la mayor calidad del
producto final en el hierro.
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